miércoles, 13 de noviembre de 2013

HABITACIÓN CERO. (Abandoned By Disney 2.)





Hace mucho que no escribo nada relacionado con la compañía Disney, y estoy seguro de que sabéis por qué.

Han pasado muchas cosas desde lo último que publiqué. He recibido muchas preguntas de personas que leyeron mi primer texto sobre el Palacio de Mowgli, aquel centro turístico abandonado por Disney.

Quiero dar las gracias a todos los que leísteis y difundísteis mi experiencia. Esta ha desaparecido de muchos sitios web, sobretodo de sitios que pueden ser fácilmente controlados por grandes compañías. Sin embargo, por cada tema eliminado, aparecen cientos más con mi historia.

Esto es algo que deben afrontar. No hay forma de eliminarlo completamente, no hay retorno para ellos... ni para mí.

Estoy seguro de que me siguen. Los dos primeros meses después de mi experiencia, caí en una brutal paranoia. Cualquier mirada casual o media sonrisa hacia mí, me dejaba totalmente fuera de lugar. Incluso se me ponía la piel de gallina.


El primero, o mejor dicho, el primero al que creí descubrir, era un técnico que rondaba por mi edificio.

Era un hombre de mediana edad, muy sudoroso, vestido con el típico uniforme, pero había algo en él que simplemente, no encajaba. No sabía qué era exactamente, pero tenía la certeza de que no era una mala jugada de mi mente. Era alguien torpe y fuera de lugar, no como alguien que sigue su típica rutina de trabajo.

Una vez le seguí y le perdí de vista al doblar una esquina. Cuando volvía a casa, allí estaba. Mirándome fijamente, a escasos metros de mí. Sin expresión alguna, frío.

"¿Explorando?" me preguntó. Es todo lo que me dijo, con un tono acusador.

Decidme, ¿qué clase de técnico hace eso?


Supongo que esa es la peor parte. Nunca me sentía seguro. Nunca me sentía solo. Eso, y el merchandising de Disney que alguien parecía estar dejando para mí. Pequeños Mickeys de caucho en el buzón, y una revista de Disney en una de mis estanterías.

Había pequeños Mickeys escondidos en todas partes. Tres círculos, uno grande, dos pequeños, la silueta de ese estúpido ratón.

Empecé a hacer una lista de todos los Mickeys que encontraba.

Los anillos de café que dejaba mi taza sobre la mesa. Uno grande, dos pequeños. Graffitis en un muro que había camino al trabajo; un planeta Tierra con la Luna y el Sol colocados en las posiciones que imagináis...

Están por todas partes.

Hay gente que me ha enviado emails sobre esto. Si difundís cualquier cosa de lo que yo vaya a decir, también encontraréis a esos redondos hijos de puta. Os lo garantizo.

El mejor, sin duda, y el que más me hizo reír, por no llorar, era un dibujo hecho con tiza justo al lado de mi coche. Al verlo retrocedí, saliendo del parking, y con un ojo puesto en todas las personas con las que me cruzaba.

El contorno parecía el que se le hace a una víctima de asesinato, y en su interior, escrito en amarillo, había algo; estoy seguro de que era pintura...

Solo una palabra.

"RETRÁCTATE"

Lo único bueno que podría sacar de esto es la certeza de que no soy el único que vio algo que nadie debería haber visto.

No voy a decir nombres porque... bueno, si tengo que explicar las razones, es evidente que no habéis leído absolutamente nada.

Pero sí puedo contar algo de ellos.

Uno de ellos, “Investigador", iba a los parques de atracciones de Disney siempre que podía, durante todo el año. No iba a divertirse, ni a subir en atracciones.

Estaba buscando algo a lo que él llamó "Gascotas".

Hay una larga lista, por lo que parece, de extraños "clientes" en el parque. Silenciosos, sin movimiento, siendo de todas las edades, formas y tamaños. Hombres y mujeres, adultos, adolescentes y niños.

Todos llevando máscaras de gas con temática Disney.

Por esto, Disney obtuvo muchísimas quejas sobre gente con "pintas extrañas" persiguiendo a clientes alrededor del parque. Individuos que se perdían en las multitudes y desaparecían.

Más tarde, el tema de las máscaras de gas tomó otro rumbo, llevando a muchos a pensar que eran terroristas.

Todas esas quejas acabaron tiradas en la basura. Sé que no puedo encontrar ninguna de estas quejas oficiales de ninguna forma. (Y más sabiendo que Disney lo controla prácticamente todo.)

Investigador iba a los parques, hablaba con algunas personas, e intentaba no llamar demasiado la atención. Solo se dirigía a tres o cuatro familias y les preguntaba si habían visto a "su amigo", que llevaba una "máscara graciosa".

Nunca había visto a una gascota por sí mismo... hasta que, en una ocasión, un niño señaló a uno de ellos. Mientras Investigador corría entre la multitud, escuchaba las voz del niño gritando: "¡Mamá! ¡Yo también quiero una máscara de gas de Goofy!".

Un compañero al que llamaré "Socorrista" trabajó en un parque acuático de Disney del 2001 al 2003. Se encargaba de quedarse junto al comienzo de uno de los toboganes-tubo para asegurarse de que los niños bajaban de forma segura. Iba indicando a los niños cuándo tirarse, procurando que no se tirasen varios a la vez y que respetasen su turno, además de indicarles las medidas de seguridad apropiadas.

Un día, un chico gordo se tira por el tobogán y no aparece al final del tubo.

Sin percatarse de ello, deja que se lancen dos o tres niños más, que tampoco aparecieron al final; pensó que, seguramente, el niño gordo se atascó y se convirtió en un tapón.

Pero no fue así.

Los tres niños salieron del tobogán, riendo y chapoteando como si no hubiese ocurrido nada.

No había rastro del niño gordo.

Socorrista cerró el tobogán, para descontento de los niños en la cola. Antes de poder tomar alguna medida desesperada, ¡SPLASH! el niño sale del tobogán.

Los compañeros de Socorrista sacaron al niño del agua. Se había hundido como si de una piedra se tratase, su piel estaba azulada y sus ojos estaban abiertos cómo platos. Todo lo que podía decir era "Niños sin cara" y "Dejad de apretarme la cara".

El niño estaba bien. Fue transportado inmediatamente al centro médico del parque. Cuando le pidieron a Socorrista que abriese de nuevo la atracción, se negó en rotundo, indicando que el tobogán no era seguro. A pesar de sus quejas, fue amenazado con el despido, y tuvo que reabrir la atracción a regañadientes.

A partir de aquello, fue mucho más cuidadoso con los niños. Descubrió que, de vez en cuando, los niños bajaban del tobogán en diferente orden... no salían tan aturdidos como el chico gordo, pero sí parecían sorprendidos... como si acabaran de darse cuenta de que aquello era la realidad.

La mayoría se atragantaban con el agua y tosían un poco... luego, no volvían al tobogán.

Leí esos dos emails con la misma sensación de malestar que seguramente tengáis vosotros. Incluso les pedí que publicasen su historia, tal y como hice yo, pero no querían exponerse de esa manera. Algo en lo que yo debí haber pensado antes.

"Blancanieves", que no era exactamente el rol que ella tenía, era un "personaje" de uno de los parques. ¿Sabéis lo que pasa cuando un trabajador aparece muerto en el interior de su traje?

En un momento se está haciendo una foto con el pequeño Jimmy, y al siguiente, es golpeada por algo y aparece muerta. ¿En serio?

Una segunda mascota tuvo que sentarse junto al cuerpo en un banco junto a la "Lavandería", esperando que alguien viniese y se llevase discretamente el cuerpo. Durante todo el tiempo, tuvo que posar para fotos junto a un cadáver.

Sois libres de comprobar vuestro álbum de fotos a partir de aquí.

Esto fue horrible, pero otro compañero, al que llamaré "Conserje", nos da más detalles.

Disney World (y probablemente, otros) está construido sobre una serie de túneles bajo tierra. Todo lo que puedas imaginar está allí abajo, para el uso de los trabajadores.

Son llamados los Pasillos de Servicio.

Básicamente, esa es la razón por la cual no vemos gente como limpiadores o conserjes fuera, en el parque. Simplemente hacen su trabajo a través de todos esos túneles, caminando justo debajo de nosotros.

Conserje me comentó que debería ser sabido por todos, pero para mí no fue ninguna sorpresa.

Walt Disney tenía varios apartamentos ocultos en sus parques. Hay uno sobre el Castillo de Cenicienta... y otro junto a las atracciones de Piratas del Caribe. Están por todo el parque.

Además, hay clubs nocturnos, un cine, una bolera, y mucho más. Todo detrás de caprichosas fachadas que nadie puede ver a simple vista.

El Club 22 es uno de estos lugares ocultos. Si tienes suficiente dinero, podrás entrar en ese club exclusivo y mucho más.

Este club es el lugar a donde todo va. La compañía Disney llama a lugares cómo este "Zonas oscuras". Hay imágenes de personas disfrazadas de Mickey que te ofrecen bebidas, drogas y sí, sexo.

Curiosamente, el resto del parque es la "Zona brillante", con algunas "Zonas grises” en medio.

Todo lo que Conserje me pudo decir es que no siempre fue así. Fue más bien un gradual degradado de las normas sociales con un grupo elitista.

¿La razón por la que él sabe todo esto? Es obvio; lo limpiaba.

Después de una larga revisión de antecedentes, Conserje fue “ascendido” a limpiador de la Zona oscura.

Ahora, antes de que os imaginéis algo de estilo “ritual satánico”, debéis saber que el conserje no vio nada de eso. ¿Un montón de botellas vacías? Sí. ¿Condones usados y desinflados cómo globos de fiesta? Oh, sí. Limpió aquella mezcla de sangre, orina y vómito, todo bajo órdenes de sus superiores.

Al menos, así lo veía él de forma retrospectiva.

Toda esa basura, esa mierda profana, fue transportada y quemada en una chimenea.

Si has estado en Disney World, probablemente hayas respirado pecado condensado.

Guardando toda esta información, otro individuo me envió su experiencia: “Martillo”. Martillo contactó conmigo a la vieja usanza, por carta, a pesar de que nunca le había dado mi dirección. Me envió fotocopias de papeles de su trabajo, diciendo que, en cuánto los hubiese leído, los quemase.

Lo cual hice con mucho gusto.

Martilo trabajó alrededor del Disney World, demoliendo y construyendo. En algún momento, se acercó a un superior habiéndose percatado de extraños planes de construcción.

Había un gran área rectangular marcada en los planos, del tamaño de un supermercado. No tenía nombre, solo había una indicación: “NO EXCAVAR”.

El superior no solo se mantuvo al margen, si no que, después de mucha insistencia por parte de Martillo, terminó diciendo que no quería saber nada, hablar de nada y que “este espacio se ha dejado intencionalmente en blanco”.

Martillo no lo entendía. El área parecía un desperdicio de espacio y estorbaba en el área de trabajo de su cuadrilla. Por curiosidad, empezó a indagar por la zona en sus descansos, y encontró una gran puerta de acero que daba entrada a unos grandes muros de hormigón.

Parecía un intento de supermercado, con un suelo gris y vacío.

A partir de ahí, Martillo empezó a ver gascotas en medio de las multitudes.

A diferencia de otros informes, esas personas... esas cosas... se dejaban ver solo por él. Se agrupaban en la distancia y le observaban, o estaban apoyados en la pared cuando torcía una esquina.

Decía que se “movían raro”, cómo si estuviesen débiles o heridos... como un ciervo al que un cazador ha disparado y ya no puede huir más.

Las máscaras de gas... las caretas de personajes Disney encajadas en ellas... se dio cuenta de que parecían húmedas por dentro, como la condensación en el cristal de un coche. Pequeñas gotas de agua caían lentamente tras el cristal, haciendo imposible que alguien pudiese ver así.

Además, Martillo quiso ir más lejos interrogando a aquellos que habían estado trabajando más de una década en el parque.

Siempre se encontraba en callejones sin salida, hasta que dio con Ida, una mujer anciana que trabajó en un restaurante de la Calle Principal. Había estado allí desde hace bastante, y nadie había tenido cojones de preguntarle nada porque, al parecer, ella había visto muchísimo más que cualquier otro y siempre tenía algo espeluznante que contar.

Martillo le preguntó acerca de aquel lugar vacío y sobre los individuos con las máscaras de gas. Al principio, pensó que iba a recibir la misma respuesta negativa que los demás. Pero ella se quedó quieta. Demasiado quieta.

“Habitación Cero.” dijo con una voz aguda al tiempo que se llevaba su mano temblorosa a la mejilla, como una niña que teme el castigo de su padre.

No se atrevió a mirar a Martillo a los ojos durante toda la conversación.

Habitación Cero, al parecer, era otra estancia oculta, como los apartamentos y el Club 22. Sin embargo, era de mucho más tamaño, y estaba situada en una zona ajena al parque, no cómo las demás Zonas oscuras, las “divertidas”.

Era un refugio.

La Habitación Cero estaba diseñada para resistir a un ataque masivo, tanto si era realizado por extranjeros como por enemigos del mismo país.

Estaba destinada a guardar suficientes provisiones para el parque entero en aquel momento, teniendo incluso una “habitación del pánico”, con carteles motivacionales de personajes Disney.

Durante la Segunda Guerra Mundial, las máscaras de gas con caras de personajes de Disney fueron distribuidas entre los soldados, en caso de ataque enemigo. El objetivo era que los niños perdieran el miedo a acercarse a un Mickey con una máscara de gas.

Sí, sé los problemas que podría traer eso.

Durante la Guerra Fría, en los sesenta, cuando fue construido Disney World, la Habitación Cero fue rellenada también con estas máscaras. Incluso si el objetivo era quitar el miedo a los niños, o solo llamar la atención, esas cosas encontraron su lugar allí.

Pero, esperad, hay más: algún genio, teniendo en cuenta que los niños estarían asustados de ver a sus padres con esas máscaras... se le ocurrió hacerlas también para niños.

Ida lo describió cómo “tratar una herida con zumo de limón.”

Nada de lo que ella explicó fue visto por Martillo, sin embargo. Solo vio a esas presencias extrañas, pero en el interior de la Habitación Cero, no había nada.

“Estuve allí,” explicaba, “no había nada más que un suelo de cemento y cuatro paredes.”

“No” Ida sacudió la cabeza y se tapó la boca, reprimiendo un sollozo, “Solo has estado encima.”

Ida contó entonces algo sobrecogedor.

Alguien o algo hizo sonar la alarma del parque, un día que estaba lleno. La advertencia era clara; un ataque aéreo.

Los encargados de seguridad empezaron a bajar a la gente, sí, al piso inferior de aquel tremendo refugio. Una vez allí, les obligaron a ponerse las máscaras y a permanecer quietos y en silencio durante el asalto.

Todo estuvo en calma una media hora, salvo por el llanto de los niños y los susurros asustados de muchos. Nadie quería morir, así que, en cierto modo, agradecían esa extraña medida de seguridad.

Fue entonces cuando se dejó oír el primer grito.

“¡Hey!” gritó un hombre “¡Deja de pellizcarme!”

Una ola de gritos y aullidos empezó a ondear entre la multitud.

“¿Quién está correteando? ¡Quédate quieto!” aulló alguien.

“¿Quién se está riendo? ¡Esto no es divertido!”

“¡Ow! ¿¡Quién me ha pisado el pie!?”

A pesar de los intentos de los encargados de seguridad para calmar a la gente, la multitud se volvió cada vez más agitada hasta que, finalmente, y tras una hora de locura intensa...

Las luces parpadearon.

Entonces, se apagaron.

Lo siguiente solo se podía describir cómo un auténtico caos. En la profunda oscuridad, solo los gritos de los jóvenes y los chillidos angustiados de los adultos podían ser oídos en un masivo ruido que hizo de aquella gran cámara un insufrible infierno.

Incluso hubo personas que salieron de la cámara, preparados para encontrarse frente a frente con la guerra en lugar de aguantar aquella locura. Entre ellos, se encontraba Ida.

Lo que encontraron, por supuesto, fue un parque de atracciones desolado, sin rastro de aviones enemigos. La música del lugar continuaba sonando, haciendo un inquietante eco en las vacías calles del parque.

Después, al volver a la Habitación Cero, los pocos que habían estado arriba se quedaron en las escaleras de acceso a la parte inferior, notando un silencio sepulcral en sustitución del caos anterior.

Ida fue la que bajó, dejando a aquellos con los que había salido a la zona superior solos.

Alcanzó las puertas reforzadas, inundadas de oscuridad; Ida sentía un molesto zumbido en los oídos.

Una voz surgió en aquella oscuridad... una voz burlona y seca. El eco de aquel lugar le hizo imposible saber si la voz venía de lejos, o si estaba justo delante suya.

“Cierra la puerta, querida. Estás haciendo que entre frío.”

Aterrorizada, tan solo obedeció a aquella voz y cerró las puertas. Durante varios días, todo aquello... el refugio, las escaleras, todo... estaba cubierto de huellas marcadas en el cemento. Los sistemas de ventilación y los generadores habían desaparecido, haciendo de aquello un lugar completamente vacío.

“Ellos siguen ahí abajo.” le dijo Ida a Martillo, “Allí abajo con lo que quiera que fuera eso.”

¿Os habéis dado cuenta de que he usado el nombre real de Ida?

Desafortunadamente, ella murió tras contar esta historia a Martillo. Al parecer murió accidentalmente, cayéndose al suelo al salir de la cama para encender una luz.

“Era toda una devota de la compañía”, añadía la carta, casi al final, “su cuarto estaba cubierto de siluetas de Mickey Mouse.”

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