sábado, 30 de abril de 2016

ROJO ESTRANGULADO



Hay mogollón de historias sobre juegos de Pokémon hackeados. Algunas son muy buenas, como esa de la versión donde podías obtener a GHOST como inicial.

Algunas son historias tontas y ridículas sobre gente muriendo después de jugar, o el juego hablándoles. Dios, ¿no saben esos escritores que cuanto menos mejor respecto a estas historias? Bueno, estoy divagando.

Crecí interesado en esos juegos hackeados, los cuales aparentemente puedes conseguir en cualquier mercadillo, por eBay, o que te los regale un sin techo que pasaba por ahí.

No tuve el placer de conocer a ninguna de esas siniestras personas, simplemente encontré este cartucho en particular en un contenedor cuando el camión de la basura pasaba junto a la casa de mis vecinos.

Vi el juego a tiempo y le pedí al basurero que me lo diese, y no pareció importarle, pues alguien lo había tirado después de todo. Por supuesto me aseguré de que el vecino no lo quería. Lo noté perplejo, como si no lo hubiese visto en su vida.

Su hijo se fijó en el cartucho, un niño pequeño que al ver a Charizard en la portada empezó a gritar “¡Pokémon! ¡Mami yo quiero!”, pero su madre le dijo que no, argumentando que yo lo había encontrado. Ni siquiera tenía una Game Boy, simplemente le gustaba Pokémon.

Sin pensar más en ello, me fui a casa, observando la pegatina del cartucho de camino. Una vieja Edición Rojo, con la pegatina levemente rota a través del cuello de Charizard, aunque era de esperar siendo un juego tan viejo. De pequeño tuve la Edición Azul, así que era un poco reacio a ver las minúsculas diferencias que tenía la Edición Rojo. Me decepcionó un poco lo que vi cuando apareció la pantalla inicial.





“Pokémon: Edición Rojo Estrangulado”





Maldita sea, era un hack. Los hacks eran chulos y eso, pero no tenían valor monetario, siendo los originales algo valiosos ahora, y yo quería jugar la Edición Roja, no esta mierda. Pero bueno, era gratis, no me pasaría nada por probarlo.

El nombre, sin embargo, era muy extraño. ¿Rojo Estrangulado? Eso no tenía sentido, ni siquiera como una descripción mórbida de alguien siendo asfixiado, porque la gente se vuelve azul cuando se queda sin aire, no roja. Quién sabe, puede que hubiese dos de esos hacks y yo obtuviese la roja.

Cuanto más pensaba en eso, más me interesaba el asunto. Mi decepción inicial se convirtió en curiosidad, y quería saber qué había hecho el creador del juego. Incluso estaba dispuesto a anotar todo lo que viese. La primera rareza que noté en la pantalla de inicio fue que había un Charizard junto al entrenador en lugar de un Charmander, y el Pokémon nunca cambiaba como en las ediciones originales, seguía siendo Charizard incluso tras esperar cinco minutos.

Encogiéndome de hombros, presioné start y noté que no se escuchaba el grito de Charizard, como se suponía que debía ser. Vi que había una opción de “Continuar”, así que me dije que debía hacer lo que todo el mundo hacía con un juego usado y fui a mirar qué había hecho el anterior propietario.





“...No...”





Parpadeé de la sorpresa. ¿No? ¿Qué quieres decir con no? El juego no me dejaba continuar, no importaba lo que hiciera, aunque en el cuarto intento, escuché el grito de un Charizard, lento y apenas audible, pero ahí estaba. Encogiéndome de hombros otra vez, decidí presionar Juego Nuevo, como hubiese hecho después de mirar el anterior archivo guardado, de todos modos.

La pantalla se volvió negra durante un rato, sin Profesor Oak, sin canción inicial, nada. Eventualmente, la pantalla volvió, mostrando un dormitorio, dos camas, dos televisores y un ordenador en la esquina. El sprite de mi entrenador era el de siempre, el de la Edición Roja. Sentía curiosidad sobre por qué no me pidió mi nombre, pero recibí la respuesta nada más abrir el menú y ver que mi Entrenador se llamaba “Steven”. No, este no es mi verdadero nombre o alguna mierda por el estilo, este juego no es consciente o está encantado, al menos no que yo sepa. Simplemente, tenía el nombre ya elegido.

Curioso, me fijé en que tenía la cantidad de dinero de inicio, y no tenía ninguna medalla. No parecía Rojo, sin embargo. Su pelo era más largo, casi llegando al final de su espalda. La sonrisa típica de Rojo había sido reemplazada por una sonrisita confiada. Honestamente, ese sprite me pareció mucho más guay que el de Rojo.

Después, miré sus Pokémon, un Charmander al nivel cinco llamado “Miki”. No había nada raro en él... o debería decir ella, por el nombre y eso. Tenía los stats de un Charmander normal a su nivel, y solo sabía Arañazo y Látigo, cosas básicas. El juego parecía relativamente normal.

Volviendo al juego, caminé por el cuarto, notando que el largo pelo de Steven se podía ver a la espalda del sprite de Entrenador cuando ésta estaba delante de la cámara. No reconocí la casa como una del juego, pero descendí por las escaleras para ver más. Abajo había otro entrenador, que me habló en el preciso instante en el que bajé.





Mike: ¿Estás listo?

Steven: Seh.





Asumí que ese tal “Mike” era mi rival, ya decidido para mí: un sustituto de Azul. Pensando en la presencia de dos camas en el cuarto me di cuenta de que no eran solo rivales, sino también hermanos. Mantuvieron una conversación, un diálogo básico de Pokémon: volverse un maestro Pokémon, atraparlos a todos... cosas como esas, hasta que tuvieron una pequeña discusión sobre quién era el mejor, si Charmander o Squirtle, que por supuesto sirvió como introducción al primer combate, como el que tienes contra Azul en el laboratorio. Tan simple como Arañazo, Placaje, Arañazo, Placaje, hasta que gané por el mero hecho de tener el primer turno.

Tomé nota de cómo el sprite de Steven lucía mucho mejor en combate que el de Rojo, con una pose diferente, su pelo parecía estar siendo ondeado al viento: una pequeña mejora, que sin embargo, era muy buena.

Dejé la casa después de un par de bromillas con mi “hermano”, encontrándome con el tema de Pueblo Paleta. Yendo al este, vi que era indudablemente Pueblo Paleta, solo que la casa estaba a las afueras en dirección oeste. Noté que no había hierba alta como en el Pueblo Paleta normal. Vagando un poco por la zona, decidí mirar el hogar de Rojo.

Su madre estaba dentro y, cuando hablé con ella, comentó lo guapo que se veía Steven, deseando que su hijo le tuviese por un modelo a seguir para cuando se volviese un entrenador el año siguiente, lo que por supuesto me llevó a descubrir que este juego tenía lugar un año antes del juego original. Rojo estaba en su cuarto, jugando a la SNES, comentando “¡Yo también seré el mejor cuando me toque a mí!”

Empezaba a gustarme este hack. Era interesante, una aventura completamente nueva, un nuevo personaje, y diablos, Steven parecía tener una historia entre la gente del pueblo, una reputación, una personalidad más allá del protagonista silencioso. La gente en el pueblo le hablaba como a una persona, teniendo lugar conversaciones, no me estaban vomitando tutoriales de mierda. Incluso la hermana de Azul tenía un nuevo diálogo, y parecían estar en una relación, pues la conversación terminó con un beso y un corazón sobre su cabeza.

El Profesor Oak simplemente me deseó lo mejor, dándome una Pokedex para ayudarme en mi aventura. No me la daba como única razón para comenzar mi aventura, como en el resto de juegos de Pokémon, me la dio por pura amabilidad, una herramienta para ayudarme en mi camino, un regalo. Esto me gustaba más y más a cada segundo, ¡el juego tenía una auténtica historia! Yo era alguien, no simplemente un muñequito protagonista que cualquiera podría ser, no era una plantilla en blanco que podría ser reemplazada sin problema alguno.

La historia era diferente a pesar de que el game play seguía igual. Fui al norte como se suponía que debía hacer, para ir de pueblo en pueblo, coleccioné medallas, recibí el apoyo de los líderes, e incluso la fama de Steven pareció extenderse, pues algunos NPCs hablaban como si le conociesen.

Usé a Miki para todos los combates, y noté que crecía sorprendentemente rápido. Se encargó de Brock con facilidad, incluso noqueó a Misty sin problema alguno. No le afectaban tanto los ataques super eficaces como a otros Pokémon, y hacía más daño que un Charmander normal, ¡era una auténtica fuente inagotable de energía! Incluso se volvió una Charizard solo al nivel veinticinco, nada mal.

Las cosas se volvieron más raras tan pronto como llegué a Pueblo Lavanda. Lo sé, lo se, Pueblo Lavanda es el foco detrás de todas esas escalofriantes historias y las relacionadas, pero era el único lugar en el que se notó que el juego era realmente diferente. No había invasión del Team Rocket, lo cual me pareció extraño, hasta que recordé que todo ocurría un año en el pasado, así que la invasión no ocurriría hasta el turno de Rojo. Intenté entrar en la Torre Pokémon, queriendo capturar un Ghastly, pero entonces fue cuando pasó la cosa rara.





Steven: No tengo una razón para estar aquí...





Steven no entraba en la Torre Pokémon, no importaba qué hiciera. Aquello era raro, quiero decir, ¡vamos! Hay un millón de lugares en Kanto en los que realmente no necesitas estar, como las casitas en las que solo hay NPCs de niños, por ejemplo.

¿Por qué no quería entrar ahí precisamente?

Encogiéndome de hombros, me imaginé que no necesitaba un Ghastly de todos modos, viendo que Miki podía con todo, así que seguí mi camino. Pueblo Lavanda solo sirvió como pasaje con un Centro Pokémon.

El juego fue avanzando con normalidad a partir de ahí, con los gimnasios restantes superados y finalmente, llegando al Alto Mando y derrotándolos.

Como con Azul, mi “hermano” Mike estaba allí antes que yo, iniciando el combate contra el Campeón, el cual Miki superó con facilidad. La charla tras el combate fue muy satisfactoria, sin la tensión presente entre Rojo y Azul al final de su batalla. Los dos hermanos se felicitaron mutuamente por el progreso de cada uno y se estrecharon las manos antes de que la pantalla se volviese blanca, sin Hall de la Fama y sin créditos.

Cuando la pantalla volvió, aparecí en la casa de nuevo, con los dos hermanos sentados junto al ordenador, conversando.





Steven: No quiero...

Mike: Vamos, solo la tomaré prestada un segundo para finalizar la Pokédex, no va a registrarla hasta que me reconozca como su dueño solo por un segundo.

Steven: Pero ella es mi Miki...

Mike: Te prometo que te la devolveré, vamos, ¿por favor?





->Yes?

No?





Me quedé un poco perplejo, así que pulsé No solo por cautela.





Mike: Vamos, ¿por favor?





NO





Mike: Vamos, ¿por favor?





Me di cuenta de que seguiría en un bucle hasta que respondiese que sí, así que eso hice, solo para ver qué podría pasar.





Mike: Muy bien, solo tardaré un segundo, ¡entonces ambos seremos Maestros Pokémon!

Steven: ….....





La pantalla cambió a la típica animación que aparecía cuando dos personas intercambiaban Pokémon, la cual encontré un poco rara teniendo en cuenta que estaba solo, pero bueno, esto era lo que se suponía que debía pasar. Miki fue primero, y fui observando perezosamente cómo viajaba a través del tubo de intercambio.

¡SNAP!

Pegué un bote, con aquel sonido repentino resonando por mi silencioso cuarto debido a que tenía el volumen puesto al máximo. Mirando a la pantalla, me di cuenta de que el juego parecía haberse congelado, con Miki todavía a medio intercambiar, pero el juego no estaba haciendo nada.

Con un suspiro, terminé apagando el juego, tratando de recordar cuándo guardé por última vez. Cuando volví a encender el juego, me quedé mirando un momento la pantalla de inicio. No había un Charizard junto al Entrenador. Tras pulsar start, me di cuenta de que la opción de Juego Nuevo estaba ausente, solo con Continuar. Esto era... extraño cuanto menos, así que lo seleccioné, con el juego comenzando sin mostrarme mis estadísticas, como siempre hace. Se me desencajó la mandíbula con lo primero que me recibió nada más empezar la partida.





UN AÑO DESPUÉS





El tema de Pueblo Lavanda comenzó, sonando normalmente con la pantalla lentamente desvaneciéndose desde la oscuridad. Steven estaba en la Torre Pokémon, lo que hizo a la música más fuera de lugar si cabía, sabiendo que la torre tenía su propio tema. Estaba frente a una tumba, sin hacer nada. Tratando de averiguar qué estaba pasando, pulsé A.





Steven: …





Confuso, traté de caminar, fijándome en que sin duda podía controlar a mi personaje en aquel momento. Accedí al menú y examiné mi equipo. Miki no estaba. Pero no solo Miki, todos los Pokémon. No tenía nada. La Pokedex no aparecía en el menú, su mochila estaba vacía. Bastante concernado ahora, examiné su tarjeta de entrenador.

No tenía dinero. No tenía medallas. Su tiempo de juego era de 8.795 horas, lo cual era imposible habiendo jugado solo a 30. Pero aquello no era ni de lejos lo más extraño. Su sprite, la imagen del atractivo, joven y confiado entrenador era... diferente. Sus ojos eran blancos, y su cara estaba apuntando hacia abajo levemente, con su sonrisa desaparecida y reemplazada por una total ausencia de expresión. Su pelo largo, antes con un peinado perfecto, ahora estaba despeinado y poco cuidado. No podía seguir mirándolo, así que cerré el menú. Decidí salir de la torre, pero con cada paso que daba alejándome de la tumba, la pantalla parpadeaba, como cuando un Pokémon estaba envenenado.

Tragando saliva, volví a mirar la tarjeta de entrenador, y la imagen estaba empeorando. Con cada paso, el bajaba su cabeza más y más, sus hombros hundidos, y desmoronándose. En el momento en el que salí de la torre, él estaba sobre sus rodillas, con las manos en su cara y su pelo cubriéndolo.

Ya sabía entonces qué estaba pasando, pero esto fue la guinda. Fui asimilando las cosas en mi cabeza: siempre me había preguntado por qué no había un campeón en los juegos originales a parte de tu rival. Por qué tú, el protagonista, tienes que derrotar a tu rival cuando él solo se instauró allí, sin un campeón anterior, sin desafío alguno.

Entonces caí. La respuesta estaba allí mismo. El anterior campeón se había rendido.

Su preciada Miki había muerto, y con ella, también murió una parte de él. Su Pokedex, el resto de Pokémon, sus medallas, su fama, todo, lo desechó todo. En ese año, ese año que me perdí, el año del que venían todas aquellas horas... incluso hice el cálculo, habiendo 8.765 horas en un año, sumadas a mis 30 horas de antes.

Incluso así, el juego siguió avanzando, cuando esto debería ser el final, pensé. Quiero decir, ¿qué más había por hacer? No tenía Pokedex, no tenía Pokémon, no tenía nada. ¿Qué se supone que debería estar haciendo? Hablé con todo el mundo en el pueblo, pero todos me decían cosas parecidas.





“¿Estás bien?”

“Todavía de luto, por lo que veo...”

“Todo estará bien...”

“Por favor... ¿hay algo que podamos hacer?”





Steven nunca les respondió, y ellos se limitaban a repetir lo mismo una y otra vez. No podía dejar el juego ahora, todo esto era muy extraño. Curioso, me dirigí a la hierba alta, y eventualmente entablé combate con un Rattata. Ningún Pokémon fue enviado a la misma, solo estaba el sprite de Steven. Me estaba preguntando cómo combatir...





“RATTATA salvaje te dejó ir.”





El combate finalizó sin más. Esto era bastante interesante, y pasó con cada Pokémon que me encontré.





“PIDGEY salvaje te ignoró.”

“PONYTA salvaje se fue.”





La música tampoco cambiaba. No importaba a dónde fuese, Pueblo Lavanda salía de los altavoces, siguiéndome, a veces ralentizándose un poco, a veces no. Busqué por todas partes, por todos los pueblos, hablé con todo el mundo, preguntándome a dónde demonios tenía que ir.

Mi frustración se estaba mezclando con la atmósfera depresiva de todo esto, haciendo la experiencia en conjunto enervante e incómoda, pero no podía despegarme de aquello. Empezaba a enfadarme un poco, sin embargo, sin nadie que me dijese nada a parte de darme sus condolencias y tratar de darme items como LIMONADA o CAFÉ, todos rechazados con:





Steven: ...No...





Me di una bofetada de pura idiotez, dándome cuenta de repente que la respuesta estaba justo en mis narices, ¡Pueblo Paleta, claro! Cuando llegué, lo cual me tomó un largo tiempo, teniendo que caminar, sin Pokémon para volar, sin bicicleta que montar, y con Steven caminando a la mitad de la velocidad normal, vi que no había mucha diferencia. Primero traté de hablar con el Profesor Oak.





“Estas cosas pasan... simplemente tuviste mala suerte.”





Luego lo intenté con la hermana de Azul.





“Por favor... no vuelvas a irte de casa...”





La madre de Rojo ni siquiera me dirigía la palabra. Con ningún lugar al que ir en mente, me dirigí al oeste, encontrando la casa del inicio, a la que no entré desde que dejé Pueblo Paleta. Dentro estaba Mike, pero hablar con él era tan inútil como con el resto.





Mike: Lo siento mucho...





Medité por un momento si aquello era realmente el final. Steven era condenado a nada más que a vagar por Kanto hundido en la miseria, atormentado por los recuerdos, forzado a escuchar las preocupaciones ajenas por él. Como un último esfuerzo por hacer algo, fui al dormitorio y caminé hacia la cama.





Steven: Voy a dormir...





La pantalla se disolvió en negro por un momento, y lentamente fue volviendo, con el mundo teniendo un cierto tinte oscuro. El sprite de Mike estaba tumbado en la otra cama, y asumí que significaba que era de noche.





Steven: Voy a hacerlo...





¿Hacer qué? De nuevo, no tenía ni idea de qué hacer, e inspeccionar todo el cuarto no sirvió de nada. Tan pronto como abandoné la casa, otro diálogo.





Steven: ESO puede raerla de vuelta... ESO puede hacerlo todo...





¿Qué demonios era ESO? Algo que podía hacerlo todo, y por mi vida que no era capaz de averiguar qué era. Vagando un poco por la zona, traté de abandonar Pueblo Paleta por el camino habitual.





Steven: Por ahí no.





No podía ir más lejos. Intenté ir a las casas.





Steven: Que les den...





Enarqué una ceja ante eso, olvidando por un momento que aquello no era un juego de Pokémon real: la vulgaridad me había pillado con la guardia baja. Seguí mirando alrededor, pero no había a dónde ir, hasta que accidentalmente pisé el océano, y Steven caminó hacia él, con solo la mitad superior de su sprite visible, como los nadadores que te encuentras en el gimnasio de Ciudad Celeste. No sabía que podía nadar...





Steven: El perdido...





¿El perdido? Me detuve un momento. No, no podía referirse a... No había intentado el truco de MissingNo en este hack todavía, pero pegaba tanto que tenía que ser eso a lo que se refería. “Surfeé” todo el camino hacia Isla Canela. Empecé a sentir que algo iba mal, más de lo que ya era. Silencio. El tema de Pueblo Lavanda se había detenido, no había ningún sonido, ni ningún Pokémon. Simplemente seguí adelante, encontrando Isla Canela y surfeando arriba y abajo en la costa este.





“Un MISSINGNO. salvaje apareció!





Steven: Mío...





“¡MISSINGNO. salvaje fue capturado!





¿Qué demonios? Steven no hizo nada, solo ordenó a aquella atrocidad de datos corruptos que se uniese a él, no, que se volviese su posesión, y lo hizo. Empecé a perturbarme más y más por todo esto, examinando el menú. Vi que MissingNo no estaba en mi equipo, pero sí aparecía como un item, haciendo las cosas todavía más extrañas. Examiné también la tarjeta de entrenador. Steven me estaba dando la espalda, su pelo largo envolviéndolo, con las manos en sus bolsillos. Nada más.

Recordando lo que dijo al inicio de la noche, me di cuenta de qué tenía que hacer... llegué a tierra y seguí mi camino al noroeste, a donde si no, a Pueblo Lavanda. Por el camino, me fijé en que todos los entrenadores, extrañamente todavía fuera a esa hora, no miraban a Steven, y todos se giraban cuando él pasaba, incluso aquellos que normalmente están estáticos. Intenté hablarle a uno de los oficiales en los edificios entre ciudades.





“Solo vete...”





Todos decían lo mismo, pero uno me dio un escalofrío.





“A veces la muerte es lo mejor.”





Me sudaban las manos en este punto. Steven estaba a punto de intentar lo imposible, algo que cualquiera vería como un crimen contra la naturaleza, y muchas de esas personas compartían esa opinión. Me mentalicé, esto era solo un juego, e iba a completarlo.

Me tomó una eternidad llegar a la Torre Pokémon, pero llegué eventualmente, respirando hondo y dirigiéndome a la tumba. Recordaba cuál era, con la imagen de Steven frente a ella grabada a fuego en mi mente después de todo. Primero, traté de inspeccionarla.





Steven: Miki...





No pasó nada. Tragando saliva, abrí el menú y seleccioné a MissingNo en la bolsa.





OAK: ¡Steven, no lo uses!





Recordé cuando el Profesor Oak podía decirte mágicamente que no podías usar un Objeto Clave en cualquier lugar, como cuando intentaba usar la bicicleta en un edificio, pero el mensaje aquella vez era diferente, incluso peor. Steven le respondió.





Steven: En un mundo que me engañó, por qué debería jugar limpio...





Steven usó “Eso”!

………………………
………………………
………………………
………………………





¡Steven ha obtenido M@#$!





Dios Santo, ¿qué había obtenido? No sabría decirlo, porque el juego me arrebató el control. Sin mis instrucciones, Steven fue dejando la torre por sí mismo, caminando paso por paso. El tema de Pueblo Lavanda empezó de nuevo en cuanto abandonó la torre y empezó su insoportablemente lento viaje contra mi voluntad.

Cada vez que cruzaba uno de los bordes en los que la música debería cambiar, esta se volvía progresivamente más lenta, más y más perturbadora, y en el momento en el que alcanzó Ciudad Celeste, era un murmullo infernal. Simplemente observé, mirándole, tratando de adivinar a dónde se dirigía, pero era cada vez más y más obvio. Se estaba dirigiendo a Pueblo Paleta.

La música hizo de todo menos detenerse cuando llegó allí, y ahora sonaba nota por nota. Se dirigió exactamente a donde me imaginaba, justo frente a su casa, dentro, y luego al piso superior.

En este punto, ya no había música. Steven se movió paso por paso, deteniéndose junto a la cama de su hermano, girándose para mirarle. Al principio, pensé que el juego se había congelado, pues no hizo nada, simplemente se quedó allí, y no podía moverle. Sin embargo, me di cuenta de que podía abrir el menú. Me aterrorizaba mirar, pero no pude pararme. Seleccioné su tarjeta de entrenador.

Escuché un leve sonido similar a un gruñido, como el grito distorsionado de un Pokémon. Steven me estaba mirando de nuevo, directamente a la pantalla. Se encontraba encorvado, con ojeras oscureciendo su cara, y su pelo totalmente desmelenado y salvaje.

Entre sus ojeras, ni siquiera había una cara, solo negro y dos ojos rojos mirando hacia delante, una sonrisa blanca contrastando con la oscuridad. Eso no era todo.

Su nombre era ahora S!3v3n.

No podía mirar a otro lado, mis ojos se habían pegado a los suyos, sin poder romper el contacto por un rato. Mi visión se estaba volviendo borrosa, hasta el punto que ya no podía ver muy bien. Mi cara se humedeció. Estaba llorando, como un bebé.

No había nada que pudiese hacer para detener las lágrimas. Había estado con este chico desde el comienzo, le había construido hasta alcanzar la grandeza, y entonces fui forzado a ver su declive después de un trágico accidente, y ahora... él era esto. Esta cosa, esta abominación.

Le vi volverse loco.

Con mis lágrimas ya vacilando, y secándome los ojos, cerré la tarjeta de entrenador e intenté guardar la partida, queriendo salir de allí. El juego me informó de que eso era imposible.





“Nada se puede salvar ahora.”





El menú no se cerraba sin importar lo que hiciera, así que sin otra opción, miré en la mochila, y nada pasó. Miré el equipo, y había alguien. Un único sprite me recibió, tenía cero PS, su estatus era: DED, su nombre M@#$. Lo seleccioné, y fui recibido con cuatro opciones.

->ESTADO

“Es ella...”

->CAMBIO

“Nunca”

->CERRAR

“...No...”

->ESTRANGULAR





Mis dedos se sacudían. Seleccioné ESTRANGULAR, y el menú se cerró, mostrando a Steven en el cuarto de nuevo.





S!3v3n: Adiós...





¡SNAP!





El juego se apagó solo. Estaba más estupefacto que asustado. Con algo de shock, volví a encenderlo, la pantalla de inicio mostrando al maníaco S!3v3n y a un horriblemente glitcheado Charizard. Presioné start, entonces Continuar.

Todo lo que vi fue un enfoque alejado de Pueblo Paleta, con la casa de Steven al oeste, hierba alta rodeándola, y con aquellas rocas inamovibles aislándola del resto del pueblo.

La imagen era completamente estática, sin música, sin movimiento, justo antes de desvanecerse a blanco y volver a la pantalla de inicio.

Estaba tal y como la vi por primera vez. Un entrenador y un Charizard. Traté de presionar continuar.





“...No...”




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