martes, 30 de julio de 2013

ABANDONADO POR DISNEY




Puede que algunos de vosotros sepáis que la compañía Disney es responsable de la aparición de un auténtico "pueblo fantasma".

Disney construyó la "Isla del Tesoro", un complejo turístico en la bahía de Baker, en las Bahamas. En realidad, ¡no tenía intención de ser un pueblo fantasma! Los cruceros de Disney llegaron a dejar turistas allí, para que se relajasen en el lujoso lugar.

Esto es un HECHO. Y podéis comprobarlo.

invirtió treinta millones de dólares en el proyecto. Sí, cómo lo oís.

Entonces lo abandonaron.

La archiconocida empresa culpó a las aguas poco profundas (argumentando que no eran seguras para los cruceros que pasaban por allí a diario), e incluso llegaron a culpar a los trabajadores, diciendo que al ser de las Bahamas, eran demasiado vagos como para trabajar en un horario estricto.

Esta es la historia conocida. Y no termina aquí.

No fue por la arena, y tampoco por el hecho de que los trabajadores extranjeros fueran unos vagos. Ambas excusas son falsas.

Yo mismo fui el que no se creyó esa historia. ¿Y cuál fue la razón de mi escepticismo?

El palacio de Mowgli.

Cerca de la costa de la ciudad Esmeralda, en Carolina del Norte, Disney comenzó la construcción del "Palacio de Mowgli", a finales de los noventa. El proyecto consistía en un enorme complejo ambientado en la jungla con un gigantesco palacio en medio.

Si no estás familiarizado con el personaje de nombre Mowgli, quizás te sea más fácil tomar de referencia la historia de "El libro de la selva". Disney hizo una película de dibujos animados inspirada en dicha historia.

Mowgli es un niño que fue abandonado en la jungla, criado y educado por diversos animales y simultáneamente, siendo amenazado y perseguido por otros.

El palacio de Mowgli comenzó siendo un proyecto polémico. Disney se hizo con gran cantidad de hectáreas para el proyecto, y hubo más de un escándalo en torno a la compra de varias de esas propiedades. El gobierno local expropió muchas propiedades con residentes para vender las tierras a Disney. Incluso con propiedades recién construidas, sin dar ninguna explicación a los propietarios.

Las tierras que el gobierno expropió iban a ser supuestamente usadas para construir alguna clase de autopista. La gente, siendo consciente de lo que pasaba en realidad, comenzaron a llamar al proyecto "La autopista de Mickey Mouse".

También estaba la publicidad que dieron al proyecto. Un grupo de trabajadores de la compañía Disney dieron una charla en la ciudad. Intentaron convencer a todos los habitantes de la ciudad de lo lucrativo que sería el proyecto para todos. Entonces mostraron el arte conceptual; un gigantesco palacio indio... rodeado de vegetación... con hombres y mujeres en taparrabos y aspecto tribal... suficiente para hacer que a nadie le atrajese la idea.

Estamos hablando de un gran palacio indio, con selva incluida, y con gente de aspecto salvaje, no solo en el centro de un área "pija", si no también de una parte xenofoba del sur de Estados Unidos. Era una cuestionable combinación.

Uno de los miembros de la muchedumbre intentó irrumpir en el escenario, pero fue rápidamente detenido por seguridad después de lograr destrozar uno de los carteles de la presentación con su rodilla.

Disney agarró a esa comunidad en contra del proyecto y al igual que aquel hombre enfurecido, la destrozó con su rodilla, metafóricamente hablando. Las casas fueron arrasadas, el terreno despejado, y nadie podía decir nada al respecto. Tanto los periódicos cómo la televisión local estaban en contra del proyecto desde el principio, pero Disney ejerció un severo control sobre los medios, haciendo que sus opiniones careciesen de valor.

Y ocurrió lo mismo que con la Isla del Tesoro en las Bahamas. Disney invirtió millones que desaparecieron en el aire y dejaron el lugar abandonado.

La construcción había finalizado. Los visitantes llegaron a quedarse en el complejo, y disfrutarlo. Las comunidades que rodeaban el lugar fueron inundadas de tráfico y llenas de conflicto por culpa de iracundos turistas.

Entonces todo llegó a su fin.

Disney lo cerró y nadie sabía qué pensar de aquella decisión. Pero, en el fondo, estaban satisfechos con la decisión. La pérdida de Disney fue motivo de jolgorio para aquellos que estuvieron en contra del proyecto desde el principio.

Honestamente, no le di mucha importancia a la historia desde que escuché sobre ella. Vivo a unas cuatro horas de la Isla Esmeralda, así que no fui un testigo directo de todo aquello.

Entonces fue cuando leí el artículo de alguien que había explorado el recinto de la Isla del Tesoro y llenó un blog entero de todas las cosas que encontró allí. Esas cosas eran... objetos dejados atrás. Cosas dañadas, destrozadas, probablemente arruinadas por culpa de los descontentos empleados que perdieron su trabajo.

De hecho, puede que los civiles de la zona también hubiesen colaborado en destrozar aquel lugar. Se sentían igual de enfurecidos que aquellos que no estaban contentos con la presencia del Palacio de Mowgli.

Además, se rumoreaba que Disney había liberado a los animales de su acuario en las aguas locales cuando cerraron... incluyendo tiburones.

¿Quién no la pagaría con los objetos del lugar, después de todo aquello?

Bueno, iré al grano; desde que leí aquel artículo, algo me empezó a rondar la cabeza. Incluso con la de años que habían pasado desde que el recinto cerró, pensé en imitar al dueño del blog e ir de "exploración" al Palacio de Mowgli. Escribiría sobre mi experiencia, tomaría algunas fotos, y buscaría algún objeto que pudiera llevarme de "souvenir".

No diré que fue una pérdida de tiempo el ir a aquel lugar, porque me tomó un año desde que leí el artículo hasta que me decidí a ir a Isla Esmeralda.

En el transcurso de aquel año, me dediqué a investigar sobre el Palacio... o al menos, lo intenté.

Naturalmente, ningún sitio oficial de Disney ni ninguna fuente mínimamente fiable hacía mención de aquel lugar. Había sido cuidadosamente borrado todo rastro de él.

Más raro era, sin embargo, que ni siquiera en blogs, antiguos periódicos o noticias de la televisión se hiciese mención a aquel lugar. Aunque, obviamente, si Disney les obligó a censurar su opinión sobre el lugar, también podría haber movido hilos para evitar que se difundiese la existencia del lugar tras su cierre.

Recientemente, descubrí que las grandes compañías pueden recurrir a Google, por ejemplo, para eliminar resultados de búsquedas... obviamente, no por una buena razón. Pensándolo, puede que el problema no fuese que nadie habló de la atracción, si no que sus palabras se hicieron inaccesibles.

Al final, me costó horrores encontrar el lugar. Todo lo que tenía era un mapa viejísimo que recibí por correo en los noventa. Era un mapa promocional que te enviaban tras haber ido a Disney World.

En realidad, nunca tuve intención de quedarme con aquel mapa. Se quedó olvidado junto a los libros y cómics de mi infancia. Lo recordé apenas unos meses después de haber comenzado mi investigación, y me llevó unas pocas semanas buscarlo entre los posibles lugares donde mis padres podrían haberlo dejado.

Pero, finalmente, lo encontré. La gente del lugar no eran de mucha ayuda, y la mayoría se habían mudado allí en los últimos años. Los viejos residentes solo se mofaban de mí y me hacían gestos desagradables, sin dejarme terminar la frase “¿Dónde podría encontrar el Palacio de...?”

La búsqueda me llevó a través de un largo pasillo de plantas tropicales que habían sobrepoblado la zona, mezcladas con la flora nativa del lugar, que intentaba reclamar la tierra que le pertenecía.

No cabía en mi asombro cuando llegué a la puerta principal del recinto. Dos gigantescas y monolíticas puertas de madera se mostraban ante mí, con los soportes llenos de cortes. Las mismas parecían haber sido atacadas por termitas y pájaros carpinteros.

Colgando sobre la puerta había una placa de metal, con letras pintadas a mano con pintura negra que rezaban lo siguiente; “ABANDONADO POR DISNEY”. Probablemente fue hecho por algún ciudadano o por alguno de los trabajadores en protesta de su despido.

Las puertas estaban lo suficiente abiertas cómo para pasar entre ellas, pero no en coche, así que tomé mi cámara y el mapa y salí de la seguridad de mi vehículo, entrando en el recinto.

Los jardines interiores estaban tan descuidados y consumidos por la naturaleza como la entrada. Las palmeras estaban torcidas y hundidas bajo montañas de sus propios cocos. Las plantas que daban plátanos estaban en las mismas condiciones. Había una especie de choque entre orden y caos, tanto en las flores perenne cuidadosamente plantadas en fila cómo en las malas hierbas y las setas que crecían al lado de éstas.

Lo poco que quedaba de las estructuras al aire libre estaba destrozado, con la madera carcomida y materiales que no podía identificar quemados. Parecía una caseta de información o un bar que fue víctima del vandalismo y el tiempo.

Lo más interesante de la parte exterior era una estatua de Baloo, el amable oso del Libro de la Selva, situado en un pequeño jardín frente al edificio principal. Estaba congelado en un cordial saludo a nadie, mirando al vacío con una tontorrona sonrisa, llena de dientes. Estaba cubierto de excrementos de pájaro, y algunas enredaderas crecían y rodeaban el pilar en el que estaba subido.

Me aproximé al edificio principal; el palacio. Noté que la fachada estaba cubierta de graffitis. Las puertas frontales no estaban; las habían arrancado de sus bisagras y se las llevaron.

Sobre las puertas, o mejor dicho, donde estuvieron, alguien había escrito de nuevo; “ABANDONADO POR DISNEY”.

Ojalá os pudiera decir con exactitud lo que vi dentro del palacio. Estatuas olvidadas, cajas registradoras olvidadas, vagabundos sin hogar...pero no.

El interior del edificio estaba tan vacío, tan desnudo, que daba la impresión de que se habían llevado incluso la cobertura de las paredes. Las cosas que eran demasiado grandes cómo para ser robadas... mostradores, escritorios, falsos árboles... estaban en medio de aquella cámara vacía, que amplificaba cada uno de mis pasos en un eco que daba la impresión de ser los disparos de una pistola.

Revisé el plano y me dirigí a las localizaciones que consideré que pudiesen tener algo interesante.

La cocina era tal y como imaginaba... un lugar muy industrial con todos los electrodomésticos imaginados, sin escatimar gastos. Cada superficie de cristal estaba rota, cada puerta arrancada de sus bisagras, cada superficie de metal aboyada y golpeada. El lugar olía a orina.

El gran congelador, que ya no era tan frío, tenía filas y filas de estanterías vacías. Había ganchos colgando del techo, probablemente en el pasado hubiesen aguantado trozos de carne. Habiendo estado un rato allí dentro, me di cuenta de que se estaban balanceando.

Cada gancho se balanceaba en una dirección aleatoria, pero sus movimientos eran tan lentos y suaves que casi me fue imposible darme cuenta. Pensé que había sido causado por mis pasos, así que detuve uno de ellos agarrándolo con los dedos. Una vez parado, lo solté, pero en unos segundos comenzó a balancearse de nuevo.

Los baños estaban en el mismo estado que el resto del lugar. Como en la Isla del Tesoro, alguien había golpeado cada losa de porcelana con cocos y otros objetos duros. Medio baño estaba inundado por un charco de agua estancada, así que no estuve allí mucho tiempo.

Lo raro es que tanto los retretes cómo los lavabos estaban todos con el agua por fuera, rezumando. Parecía que deberían haber cortado el agua hace mucho, MUCHO tiempo.

Había gran cantidad de dormitorios en el edificio, pero naturalmente no pude verlos todos. Los pocos a los que eché un vistazo estaban igual de destrozados que el resto del lugar, y tampoco es que esperase encontrar algo nuevo. Creí haber visto una radio y una televisión en uno de los cuartos, tanto como me pareció oír una tenue conversación.

Era como un susurro, quizás era mi respiración haciendo eco en aquel silencio sepulcral, o sufriendo un truco de mi mente, pero fue algo así...

1: “No lo podía creer.”

2: (una respuesta corta que no alcancé a oír)

1: "No lo sabía. No lo sabía."

2: "Tu padre te lo dijo."

1: (otra respuesta que no pude oír, aunque más bien parecía un sollozo.)

Lo sé, lo sé, suena ridículo. Solo relato lo que experimenté, podrían haber sido imaginaciones mías o incluso dos vándalos que, de haberme visto, me habrían acuchillado. Decidí volver por donde había venido y explorar otras zonas.

A las puertas del palacio de nuevo, me di cuenta de que no había encontrado nada interesante y que había perdido el tiempo.


Cuando miré hacia la puerta, descubrí algo interesante en el pequeño jardín que había al lado, algo que pasé por alto. Algo que me podría haber dado al menos UNA razón para haber pasado por todo aquello para llegar hasta allí.

Era una realista estatua de una pitón, de unos dieciocho pies de alto, enroscada y “tomando el sol” en un pedestal justo en el centro del área. Estaba poniéndose el sol, así que la luz dejaba a la estatua PERFECTA para una foto.

Me aproximé a la pitón y saqué la foto. Entonces me puse de puntillas y saqué otra. Me coloqué más cerca para coger los detalles de la cara.

Lentamente, la pitón giró su cabeza, me miró a los ojos, siseó y se deslizó fuera del pedestal, huyendo entre la hierba.

Esos dieciocho pies... Desapareciendo entre la hierba alta...

Parecía que Disney había dejado en libertad a todos los animales exóticos. Justo al lado, y según mi mapa, estaba la “Casa de los reptiles”. Debí haberlo imaginado. Había leído el rumor de los tiburones en la Isla del Tesoro, así que debía haber adivinado lo que me iba a esperar aquí.


Estaba estupefacto, bastante. Mi boca debió quedarse abierta bastante rato hasta que volví a la Tierra y reaccioné. Parpadeé un par de veces y volví a enfilar al palacio.

Incluso estando todavía algo aturdido, caminé hacia el edificio sin dudarlo.

Respiré hondo varias veces y me abofeteé a mi mismo para conseguir despejarme tras aquello.

Busqué un lugar para sentarme, sintiendo que mis piernas temblaban. Por supuesto, no había donde sentarse a no ser que me sentase en los cristales rotos, las alfombras de hojas o en un destrozado escritorio de dudosa firmeza.

Vi unas escaleras cerca del vestíbulo, así que decidí sentarme en un escalón hasta que me sintiese mejor.

Las escaleras estaban cerca del edificio, y me sorprendió lo limpias que estaban, salvo por una acumulación normal de polvo. Volví a ver una placa de metal tirada en los escalones, una vez más con el mensaje “ABANDONADO POR DISNEY”, al cual me acostumbré bastante. Tomé la placa y me senté sobre ella tras quitarle un poco el polvo.

Las escaleras continuaban hacia abajo, a un nivel inferior. Usando el flash de mi cámara, pude ver que el camino terminaba en una lámina de metal justo en la puerta. Una señal real que rezaba lo siguiente; “¡SOLO MASCOTAS! ¡GRACIAS!”

Esto reavivó mi espíritu, por dos razones. La primera, que ese cuarto para mascotas podría tener cosas interesantes... la segunda, que el candado seguía en su lugar. Nadie había bajado allí; absolutamente nadie.

Ese podría ser el único lugar que realmente iba a “explorar” y, quizás, donde podría encontrar algo para sacar una foto o llevarme algún souvenir. Había ido al palacio pensando, al fin y al cabo, que estando abandonado, podía llevarme lo que quisiese.

No me tomó mucho tiempo ni esfuerzo desbloquear el candado. Simplemente tuve que darle un par de golpes con la placa de metal anterior para que éste cediera. El tiempo me había facilitado gran parte del trabajo, así que pude abrir las puertas casi inmediatamente.

La zona de mascotas era mucho más llamativa y agradable que el resto del edificio. Había luces fluorescentes en el techo que parpadeaban ligeramente. Además, no había nada roto ni robado, y el tiempo apenas había causado muchos estragos.

Las mesas tenían bolígrafos y teclados, también había relojes... incluso uno colgando de la pared con la hora correcta. Las sillas estaban ordenadas, y había una pequeña zona de descanso con un sofá y una televisión en estática, junto a una mesa con comida y bebida podridas.

Parecía una de esas películas post-apocalípticas donde todo se dejaba en su sitio debido a una repentina huida, como si hubiesen sido evacuados.

Mientras iba introduciéndome más en la zona de “Solo Mascotas”, las vistas eran cada vez más interesantes. A medida que avanzaba, los escritorios y mesas aparecían tirados en el suelo, los papeles esparcidos... Una alfombra de moho cubría el suelo y era casi imposible no resbalarse.

Todo era muy blando; cualquier objeto de madera sobre el que ejercía una minúscula presión se desintegraba, y había ropa colgando de ganchos que parecía que fueran a deshacerse si las tocaba.


Algo que me estaba sacando de quicio era la luz, que cada vez parpadeaba menos, quedándome casi a oscuras a medida que avanzaba.

Finalmente, alcancé una puerta negra con rayas amarillas con las palabras “PREP PERSONAJE 1” grabadas en ella.
La puerta se resistió a abrirse en un principio. Pensé que dentro es donde se guardaban los disfraces, y definitivamente necesitaba sacar fotos de lo que imaginé como una retorcida y olorosa estampa. Probé en varios ángulos, pero la puerta no cedía.
Así fue hasta que me rendí y me giré para marcharme. Fue entonces cuando se escucho un chasquido y la puerta crujió, abriéndose lentamente.
El cuarto por dentro estaba completamente oscuro. Un tono negro. Usé el flash de la cámara a modo de linterna para buscar un interruptor en la pared contigua a la puerta, pero no había nada.

Mientras seguía mi investigación, fui sacudido por una sensación incómoda debido a un fuerte zumbido eléctrico. Varias luces en fila sobre mí se encendieron de golpe, parpadeando, cómo las luces de la sala anterior.

Me tomó unos segundos adaptar mis ojos al parpadeo. De repente, todos los bulbos brillaron mucho de golpe, y pensé que estaban a punto de explotar. Pero antes de alcanzar aquel estado crítico, simplemente se atenuaron un poco y se estabilizaron, evitando cualquier posible explosión.

El cuarto era tal y como lo había imaginado. Varios disfraces de personajes Disney colgando de las paredes, puesto todos juntos y pegados como extraños cadáveres de personajes de dibujos animados colgados de sogas invisibles.

Había una estantería entera llena de taparrabos y ropas nativas colgando de las perchas.

Lo más raro que encontré, y a lo que quise sacar una foto, fue un disfraz de Mickey Mouse en el centro del cuarto. A diferencia de los otros disfraces, estaba tumbado en el suelo, cómo si fuese la víctima de un asesinato. El pelaje del disfraz estaba podrido, carcomido, y con parches.

Más raros eran, sin embargo, los colores del disfraz. Era como una fotografía en negativo del verdadero Mickey Mouse. Negro donde debería haber blanco, y blanco donde debería haber negro. Sus pantalones, normalmente rojos, eran azules.

El espectáculo era tan inquietante que me dije a mi mismo que debía sacarle una foto y guardarla para la posteridad.

Tomé una foto de los disfraces que colgaban de las paredes. Ángulos a contrapicado, desde abajo, todo para mostrar la fila entera de esos pútridos y congelados rostros de dibujos animados, algunos de ellos sin sus ojos de plástico.

Entonces decidí preparar el escenario para una foto. Con la cabeza de uno de los desgraciados personajes, la cual reposaba en el suelo.
Alcancé la cabeza de un disfraz de Pato Donald y la cogí, observándola, con cuidado de que esta no cayese al suelo.

Mientras exploraba esa cabeza de grandes ojos y pico descolorido, un traqueteo entre mis pies hizo que me recorriese un escalofrío.


Miré a mis pies y ahí, entre mis zapatos, había una calavera humana. Había caído del interior de la cabeza de la mascota y se había desecho a mis pies; una cabeza de mandíbula desencajada, mirada vacía y medio fragmentada, observándome.

Inmediatamente tiré la cabeza del pato y me dirigí a la puerta, con el corazón en un puño. A un paso de la puerta, me atreví a mirar atrás, al punto en el que cayó el cráneo.

Debía sacarle una foto, ¿sabéis? DEBÍA HACERLO, por varias razones que podrían sonar estúpidas, pero solo si no piensas detenidamente en ellas.


Necesitaba pruebas de lo que había pasado, especialmente si Disney era el responsable de haber borrado toda información sobre aquello. No había ninguna duda; desde el principio, Disney había sido responsable de esa negligencia.

Fue entonces cuando Mickey, el disfraz de colores negativos, el Mickey opuesto, se empezó a levantar.

Primero se sentó y, luego, se levantó. El disfraz de Mickey Mouse... o quiénquiera que estuviera en su interior, se quedó ahí, en el centro del cuarto, con esa falsa sonrisa, mirándome fijamente mientras yo mascullaba “No...” una y otra vez.

Con un temblor en las manos, un corazón que quería salirse de mi pecho y unas piernas que temblaban cada vez más, necesité un gran esfuerzo para tomar la cámara y apuntar con ella a la criatura negativa que estaba ante mí.


La cámara digital solo mostró píxeles muertos en la pantalla, donde debería encontrarse esa cosa, formando la silueta perfecta de Mickey Mouse. Mientras la cámara se movía en mis temblorosas manos, los píxeles se dispersaron, echando a perder la imagen.

Entonces la cámara se apagó. La pantalla se volvió negra y la cámara dejó de funcionar.

Mis ojos miraron directamente al Mickey Mouse que tenía delante.

"Hey," dijo con la voz exacta de Mickey Mouse, solo que mucho más imponente y quebrada. “¿Quieres ver cómo me quito la cabeza?”

Empezó a tirar de su propia cabeza, clavando sus redondos dedos alrededor de su cuello con movimientos impacientes, como los de un hombre herido que intenta liberarse de las garras de un depredador...

La cabeza empezó a ceder... de su cuello empezó a salir sangre... mucha sangre...

Mucha sangre, espesa, seca, amarillenta...

Me giré justo en el momento en el que se escuchaba el característico sonido de algo al desgarrarse... pero no me detuve ni mire atrás. Solo me di prisa por salir de allí lo antes posible. Sobre la puerta de esa habitación, vi un mensaje final que no había visto antes de entrar. Con marcas de arañazos formando el mensaje sobre la lámina de metal, rezaba lo siguiente;

“ABANDONADO POR DIOS”

Nunca saqué las fotos fuera de la cámara. Nunca escribí una entrada en ningún blog sobre lo que había visto. Después de huir de allí, fue cuando supe por qué Disney no quiso dejar que la existencia de aquel lugar saliese a la luz.

No querían que nadie, al igual que yo, entrase allí.


No querían que nada cómo aquella cosa saliese de allí.

3 comentarios:

  1. es real?
    tu eres aquella persona la cual entro a este parque?
    y si si lo eres quisiera que me dijieras porque al final dice que no publicaste nada si ya lo hiciste no entiendo
    ese Mickey se veía muy real?

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