Hace un tiempo leí un artículo sobre las versiones beta de Zelda en 3D ( así era llamado Ocarina of time durante su desarrollo), y aparentemente esas versiones eran muy diferentes a las versiones publicadas. Estos fueron modelados después de el Legend Of Zelda original en lugar de desde A Link To The Past, y como tal eran mucho más libre de itinerante y aventura que las versiones comercializadas. Ahora mismo puede sonar maravilloso, incluso me llego a preguntar a mi mismo por qué abandonaron aquel proyecto. Llegué a la conclusión de que fue probablemente debido a los requerimientos técnicos para tal hazaña. Sin embargo, algo que se ha apegado mucho a mí han sido los dibujos. Algunos de ellos eran indescriptibles, nada especial, pero uno de ellos mostraba una expansión del desierto. Había una palmera y un pequeño oasis justo al lado de un Link de aspecto primitivo y algunos enemigos. Anterior a esto, sin embargo, hay solo arena, extendiéndose hacia el horizonte. Los pensamientos sobre qué podía haber más allá del desierto fueron, quizás, los que hicieron posible que esa imagen se me apegara tanto.
Desués de esto, damos un salto en el tiempo, varios años después. El artículo era solo un vago recuerdo, nada importante. Yo estaba pasando el rato en una tienda de juegos local con uno de mis amigos. Él me estaba hablando y mencionó que un hombre vino a venderle los viejos videojuegos de su hijo. El me mostró los juegos, que parecían normales. Unos pocos juegos de Wii, algunos pocos de GameCube, y muchísimos juegos de Nintendo 64. Sin embargo, el único que realmente atrapó mis ojos fue un cartucho rojo sin pegatina, excepto una cinta adhesiva con la palabra "ZELDA??" escrito encima con rotulador. Naturalmente, me despertó cierta curiosidad. Mi amigo no compartía esa curiosidad, y quizás esa fuera la razón por la cual se lo pude comprar sin apenas gastar mucho dinero.
El momento en el que el juego empezó, me di cuenta de que eso no era el Zelda que yo había jugado en mi infancia. La pantalla del título estaba vacía salvo por un mediocre "The Legend Of Zelda". No había subtítulos, ni una fuente creativa, ni música, solo esas palabras de bordeado negro. El fondo no era ni de Ocarina Of Time ni de Majora's Mask. Era más bien una vista aérea de lo que podrían ser unas ruinas antiguas. Parecía bastante siniestro y grotesco, similar a los efectos de Majora's Mask, pero sin esa atmósfera mística que acompaña a todo juego de Zelda. Era, simplemente, desconcertante. Sin embargo, eso no detuvo mi curiosidad, más bien todo lo contrario.
Tan pronto como pulsé Start, el juego comenzó. En lugar de mostrar la pantilla de archivos, apareció un Link con aspecto de bloque en un entorno negro y vacío. Y cuando quiero decir negro, digo negro. No había nada separando tierra de cielo. Solo negrura. Lo único que me permitió observar que el juego aun funcionaba era un templo en la distancia, similar al que se veía en la pantalla de inicio. Me podía desplazar bien, por lo que el único problema parecían ser las texturas de la tierra y el cielo. Sin embargo, se me hizo extraño que no le hubiese pasado nada a las otras texturas. Entrar en el templo parecía mi única opción, así que lo hice.
Una cosa que vale la pena mencionar es que el juego empezó sin música, solo había un silencio sepulcral. Sin embargo, cuanto más me acercaba al templo, más audible se empezaba a hacer cierta música. En realidad no era exactamente música. Sonaba más bien como gemidos, similar a los re-deads de Ocarina Of Time, pero más metálico y mal grabado. De vez en cuando se escuchaban lo que parecían sollozos, pero estos se detenían rápido.
Entrar en el templo fue lo más parecido a un juego de Zelda que pude hacer, pero algo captutó mi mirada. En lugar de ser texturas peores que las de Ocarina Of Time, que era lo que me esperaba tomando en cuenta que debía ser una beta, eran mucho mejores. Estaban más detalladas en todo, pero parecía más sucio y podrido. Unos polígonos extras esparcidos solo hacían que las cosas parecieran todavía más grotescas. Las salpicadura aleatorias de lo que parecía sangre no ayudaban en nada, ni mucho menos. No pasó mucho tiempo antes de que me percatara de que la "mazmorra" entera no podía ser catalogada como de un juego de Zelda. Los puzzles normalmente consisten en empujar palancas o presionar un interruptor. En efecto, no había nada, ni siquiera un triste desplazamiento de bloques. No había enemigos, ni uno solo, pero las salpicaduras de sangre en las paredes sobresalían entre toda esa desolación. Todo era aterrador y...depresivo. La mazmorra estaba llena de lo que parecían restos de aventureros, y junto a ellos solía haber ítems. Los ítems se podían coger, pero la pantalla del inventario se veía inacabada, y el juego solo te auto-equipaba con los tres primeros objetos que cogías, puesto que no había disponible una pantalla de inventario. Después un rato, encontré mi camino en una puerta marcada con un ojo rasgado, el símbolo sheikah. Al entrar dio comienzo un combate contra un jefe final.
La música en este punto cambió, y solo me di cuenta en el último cuarto. Los gemidos no se mantuvieron en un bucle constante, solo aparecían de forma aleatoria. Una melodía de violín discordante se comenzó a escuchar, pero el resto de la "música" consistía en gemidos, sollozos, gritos, y un extraño sonido como de rascado. Era una mezcla repetitiva y desconcertante, como si hubiera monstruos andubiendo en algún lugar del templo.
Cuando dije "al entrar dio comienzo un combate contra un jefe final" no fui del todo franco. No podía llamarlo solo un combate contra un jefe aunque quisiera. Se destacaría como un cuarto vacío con las mismas texturas de las paredes del resto del templo. El único aspecto fuera de lugar era una cara gigante al otro lado del cuarto, coloreada de un gris sucio como el de las paredes que lo rodeaban. Su piel parecía estirada en lo alto de su cabeza y alineada con la pared, por lo que parecía que era la pared la que hacía que se desarrollara esa cara. Parecía que crecía musgo de sus ojos entrecerrados y sus múltiples grietas. Sin embargo, la puerta por la que entré estaba cerrada con llave y me dejó bloqueado, por lo que lo único que podía hacer era acercarme a la cara. Lo hice, con precaución, con la seguridad de que recibiría un ataque sorpresa. Fui al punto en el que más cerca me podía poner de la cara. Estaba en contacto con ella. Nada. Estaba ahí a pesar de todo, con sus ojos hundidos y sus labios agrietados. Ataqué con mi espada. La espada la atravesó, e hizo un sonido como de algo desgarrándose, pero no pasó nada. Simplemente se mantuvo ahí. Ataqué un poco más, y todavía más, hasta que la música se detuvo. Pronto, la cacofonía del violín se fue haciendo más intensa y los gemidos empezaron de nuevo y más fuertes, y entonces algo ocurrió. En un movimiento, los ojos de la cara se abrieron, mirándome con unos ojos secos, sin alma. Y entonces...Nada. La música todavía era era fuerte, pero continuó atacando a la cara sin dar esta ninguna reacción, hasta qué fue simplemente demasiado y se destruyó, callendo envuelto en fuego, al más puro estilo Zelda, revelando una puerta. La música se detuvo. No hubo más gemidos, gritos, nada. Fui hacia la puerta.
Que tonto fui. Ese solo era el tutorial.
La pantalla fue reemplazada por una en blanco, seguido de un momento de sonidos de estática. De un momento a otro, la pantalla blanca fue cambiada por un interminable desierto. El de la imagen antes citada. Estaba en shock. Al llegar a aquel punto, estuve lo suficiente asustado como para apagar el juego. Sin embargo, ese respiro no fue muy largo, sufrí pesadillas sobre el juego. Pesadillas normales, nada extraño en ellas (después de todo era un juego espeluznante). A pesar de todo, lo que más me asustó de todo esto fue algo que pasé por alto y en lo que caí en la cuenta al volver a jugar. El juego cambiaba cada vez que lo iniciaba. Cuando intenté tomar el mismo camino por el templo, me quedé perdido y confundido. Cuando terminé, solo estaba confiando en el instinto.
Al día siguiente no descansé del juego, solo me paraba para comer o ir al servicio. Cuando volví a encender el juego, estaba en el desierto, a pesar de que ni había guardado la partida ni estaban las pantallas de archivo. En ese momento era de noche. En algunos momentos llevaba caminando unos 20 minutos solo para encontrar un obelisco medio hundido, o las ruinas de lo que parecía haber sido la choza de una aldea. Otras veces podía encontrar un esqueleto o algunos huesos, pero nada más notable aparte de eso. Otras veces podía ver grandes extensiones de oasis y bosques tropicales. Encontré mis primeros enemigos aqui. Eran similares a los Tektites, solo que con cuerpos más largos. No era muy difícil matarlos. Pronto el sol se volvió rosado, y continué caminando. A veces encontraba bombas pequeñas. El camino se me hacía, aun así, parecido al del templo, salvo porque no había gemidos ni jefes finales extravagantes.
Lo que hice fue buscar información. Había paredes ruinosas con runas garabateadas que se podían leer. Las descripciones solían se vagas, con frases como "...y el conocimiento se debe guiar... camino a los cielos..." A veces podían estar seguidas de otros comentarios, pero se veían como fallos del juego y no se entendían. Pensé que eso era como una historia. El mapa a veces me lo confirmaba. Yo simplemente exploraba, y después de un tiempo, aprendí a dejarme llevar por el instinto para guiarme. Pronto encontré la siguiente mazmorra, una gran pirámide alzándose fuera del desierto...Al revés. Con la base apuntando al cielo. Sobre ella, había otro enorme templo, también invertido. Se extendía hasta un punto que yo no podía alcanzar a ver. Pero no podía seguir adelante. Necesitaba dormir de nuevo.
Al día siguiente lo primero que hice fue entrar en la mazmorra. Era mucho más complicada que la anterior. Había más pozos, simas, trampas explosivas y monstruos. Largos brazos salían de las paredes, te agarraban y te lanzaban a las trampas, matándote. Al final de esta mazmorra, encontré unas inmensas escaleras de caracol. La subí hasta llegar a lo que parecía ser la parte superior. Me llevé unas dos horas escalando, pero el tiempo parecía irse volando. La cumbre no era más que un arco ornamental apuntando a un borde. Como no había ningun lugar al que ir, me lancé. La pantalla se volvió blanca de nuevo, y ahora estaba en una nueva área.
Esto continuó así durante las semanas siguientes. Había muchos lugares por visitar, y siempre había distintos puntos desde los que podías visitar una zona completamente diferente. Empecé a ir nombrando las localizaciones que yo iba visitando, hasta que empecé a conocer perfectamente todas y cada una de las localizaciones. A veces podía tomar una puerta y aparecer en la otra punta del mundo. Lugares que no ser regían por las leyes del espacio, pero así se me daba mejor encontrar el camino sin tener en cuenta otra cosa que lo que ya tenía visto. Cada vez que volvía a visitar un lugar este se hacía más fácil de cruzar. Desde todos los rincones, sin embargo, me di cuenta de que siempre se divisaba una torre en el horizonte. Rápidamente me di cuenta de que no había llegado a ningún principio ni final exacto, solo en una trampa interminable.
En los pocos momentos que volvía al mundo real, podía notar que el juego era diferente. El mismo ha cambiado. Parece como si reaccionara a mi. Estaba seguro de que habría sido imposible crear un juego así. De ser así, eso sería como un fantástico juego de Zelda. ¿Qué hubiera ocurrido si lo hubiesen logrado? Habrían creado un mundo único en el que se podría vagar para siempre. Y ellos realmente habían creado un mundo. Aprendí de muchos dioses en aquella tierra. Las tres diosas que crearon un mundo extraño, físico. No se cual es mi ruta, pero sé que si me guio por instinto acabaré encontrando mi meta.
Esto es por lo que escribo ahora. Debo advertir que, a pesar de tratarse solo de un juego, puede convertirse en tu realidad. En tu mundo.
Un bucle interminable.
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